REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE SIEROwww.arhca.es

 (1808-1811)

 

 

ORÍGENES Y ORGANIZACIÓN

 

            Creado y aprobado en la ciudad de Oviedo el 20 de junio de 1808 con el nombre de Regimiento de Infantería de Siero, bajo el pie de un único batallón de a 10 compañías y una fuerza teórica de 1.000 hombres. Fue su primer coronel D. Menendo de Llanes Cienfuegos.

 

            La Plana Mayor del Batallón la constituía:

-         1 Coronel ……………………………… D. Menendo de Llanes Cienfuegos

-         1 Sargento Mayor ……………………..  D. Gregorio Piquero Argüelles[1]

-         2 Ayudantes de la clase de subalternos

-         1 Abanderado …………………………  D. Fernando García

-         1 Capellán

-         1 Cirujano

-         1 Armero

-         1 Tambor Mayor

 

            Además, teóricamente, cada una de las compañías del batallón de Siero debería estar compuesta de:

                  

                    -   1 Capitán

               -   2 Tenientes

               -   1 Subteniente

               -   1 sargento 1.º

               -   3 sargentos 2.ºs

               -   4 cabos 1.ºs

               -   3 tambores

               - 90 soldados

 

           Nombres o denominaciones que ha tenido desde su creación.

 

-         1808. Regimiento de Infantería de Siero.

-         1808. Batallón de Infantería Ligera de Siero.

-         1809. Regimiento de Infantería de Línea de Siero.

 

VICISITUDES, CAMPAÑAS Y ACCIONES DE GUERRA

 

1808

 

            El Regimiento de Siero, aún en fase de organización, es sometido en la capital del Principado de Asturias a una intensa instrucción con el objeto de infundirle la disciplina –elemento esencial de todo cuerpo militar– y adiestrarle en el manejo del arma y sus fuegos, etc.

 

            Más tarde, encuadrado en la 2.ª división que manda el brigadier D. Cristóbal Lili, se acantona en Bezanes.

           

            El 11 de agosto de 1808 se hallaba acantonado en Infiesto. El día 12 se le ordena salir para el cantón de Cangas de Onís para relevar al regimiento del mismo nombre.

 

            El 18 de septiembre de 1808 el coronel D. Menendo de Llanes y Cienfuegos, solicita se le remueva de su destino, solicitud que no es aceptada. Con el objeto de que subsista este regimiento, hasta ahora incompleto por falta de efectivos, el inspector general del Ejército dispone que se encargue de recoger los dispersos de otros cuerpos para incorporarlos a su plantilla.

 

            El 25 de septiembre 1808, debido al desabrigo en que se encontraba el cuerpo, expuesto a sufrir enfermedades que podían evitarse, el teniente general D. Vicente María Acevedo ordena que el Regimiento de Siero, que se halla guarneciendo el puerto de Tarna, pase a acantonarse en la villa de Infiesto. 

 

            El 30 de septiembre de este mismo seguía de guarnición en el cantón de Infiesto. El 1 de octubre de 1808 se ordena que los oficiales del Regimiento de Colunga, cuyo cuerpo no se puede formar por hallarse sin soldados, ingresen en calidad de agregados al Regimiento de Siero.

 

            Nada más concluir su formación, el Regimiento de Siero, junto con los de Covadonga y Pravia que no habían formado parte de los diez regimientos que integraban el “Ejército de operaciones de Asturias” que, al mando del general Acevedo, debería unirse en Vizcaya al Ejército de Galicia, se constituye y organiza como batallón de infantería ligera.

 

            En el estado de fuerza de las tropas de Asturias que formaban parte del Ejército de Galicia desde el 8 de octubre de 1808, los batallones ligeros de Siero y Covadonga no aparecen relacionados en el mismo, ni tampoco se citan en el pormenorizado estado general de la fuerza efectiva que componía el expresado “Ejército de operaciones de Asturias”, datado en el cuartel general de Quincoces el día 12 del mismo mes y año.

 

            El 14 de octubre de 1808, después de ser relevado por el Regimiento de Navia, sale de Infiesto. Continúa al frente del cuerpo el coronel D. Menendo de Llanes y Cienfuegos.

 

            El 15 de octubre de 1808, por orden del capitán general D. José Cienfuegos, se pone en arresto en el castillo de Arnao (Gijón) a D. Fernando García, abanderado del Batallón de Siero.  

 

            A finales del mes de octubre de 1808 el Batallón de Siero mandado por el sargento mayor D. Gregorio Piquero Argüelles por ausencia de su coronel, junto con el de Covadonga, emprende la marcha con dirección a Vizcaya con el objeto de formar la reserva que, al mando del general Llano Ponte, debería apoyar a los cuerpos expedicionarios de la división de Acevedo. 

            Según parte circunstanciado por el general Acevedo el 10 de noviembre en el cuartel general de Espinosa de los Monteros, expone que el Regimiento de Siero, junto con otros cuerpos, había evacuado a Balmaseda el día 7 de este mismo mes. El día 12 el mismo general Acevedo desde Reinosa, entre otras cosas, precisa que el Regimiento de Siero, durante el combate librado en Espinosa de los Monteros el día 10, lo había colocado en otra altura situada a la izquierda para que en la mañana del día 11 atacase o defendiese, según las circunstancias, el flanco derecho del enemigo, procurando tomarles la retaguardia. Ni el ataque ni la defensa llegó a verificarse por el inesperado giro que tomaron los acontecimientos, por lo que el Batallón de Siero –que no intervino ni entró directamente en el combate– opta, siguiendo el movimiento general provocado por el derrumbe de las tropas asturianas, por tomar el camino de Reinosa, en cuyo punto se van reuniendo e integrando a sus banderas las dispersas fuerzas. 

 

            Puestos en ordenada retirada con dirección al Principado de Asturias, siempre perseguidos por fuerzas enemigas superiores, los maltrechos regimientos asturianos son interceptados por la vanguardia enemiga cerca de la villa de Comillas, en que traba combate con el Regimiento de Cangas de Tineo, que era el cuerpo encargado de proteger la retirada. 

 

            Acción de San Vicente de la Barquera. Reforzado el enemigo con tropas de infantería, caballería y artillería, en general Soult se revuelve contra Comillas con el objeto de aniquilar definitivamente las escasas tropas asturianas que aún quedaban por la zona, por lo que el 19 de noviembre de 1808, ante la superioridad numérica del enemigo, el general Llano Ponte decide replegarse sobre San Vicente de la Barquera por ofrecer esta plaza una privilegiada situación estratégica para establecer allí la defensa y poder contener al enemigo mientras se esperaran los refuerzos que pudieran llegar desde Asturias. Desgraciadamente, el plan concertado no resultó, ya que se cometió el inmenso error táctico de sostener el puente de La Maza –defendido por 400 hombres del Batallón de Siero al mando del sargento mayor D. Gregorio Piquero Argüelles–, situado a espaldas de las tropas propias, lo que deja a éstas en una situación muy comprometida, lo que provocó que el Batallón de Covadonga (también de infantería ligera), que llegaba de refresco, fuese acometido impetuosamente por la artillería y caballería, causando el pánico y la dispersión entre las fuerzas que lo componían, contagio que cundió en los demás cuerpos que ocupaban la plaza, quedando así expedito el paso del puente para la progresión de las tropas enemigas. En ese momento comenzaba a bajamar, lo que permitió a la infantería y caballería enemiga arrojarse a la ría y flanquear la derecha de las tropas española. La acción duró una hora, al término de la cual los cuerpos asturianos, deciden replegarse sobre Colombres.

 

            Siguiendo la retirada general, siempre perseguidos por la caballería enemiga, el mismo día 19 las fuerzas asturianas llegan a Colombres, en cuyo punto se sostiene una breve pero dura refriega con sus perseguidores. Una vez reagrupadas las restantes y desorganizadas fuerzas en la citada villa, el general Llano-Ponte decide establecer la línea defensiva en Colombres, pero engañado por una hábil estratagema del enemigo, cual era encender y avivar grandes fogatas para dar la sensación de reunión de fuerzas importantes, decide replegarse sobre Llanes por temor de ser atacado al día siguiente.            

 

            Durante el combate de San Vicente de la Barquera, las 10 compañías que constituían el Batallón de Siero se hallaban mandadas por los oficiales siguientes:

 

Cía.

Empleos

N o m b r e s

Observaciones

 

Capitán

D. Evaristo García Argüelles

Cayó Prisionero

 

Idem.

D. Ramón María Sánchez

Agregado a la Cía.                 

 

Idem.

D. Francisco Antonio García

Cajero interino. Prisionero

 

Idem.

D. Vicente García Merás

 

 

Teniente

D. Eugenio García Poladura

 

 

Capitán

D. Vicente Rodríguez Carvajal

 

 

Subteniente

D. Joaquín García Barredo

 

 

Capitán

D. Francisco Miranda

 

 

Idem.

D. Ramón Asón

 

10ª

Idem.

D. José de la Vega Cocaña

 

 

            El 24 de noviembre de 1808 el Batallón de Siero se halla en la villa de Pola de Siero, en cuyo punto se verificó la reunión del batallón tras la dispersión sufrida en San Vicente de la Barquera. Continúa mandado por el coronel D. Menendo de Llanes y Cienfuegos y como sargento mayor ahora figura D. Francisco Lorenzana quien, por ausencia de su coronel, asume el mando interino del batallón. En este tiempo, las compañías del batallón se encontraban mandada por los oficiales que en el siguiente cuadro se detallan.   

 

Comandantes de las Cías. en la fecha en que se verificó la reunión del Batallón

Cías.

Empleos

N  o  m  b  r  e  s

 

Subteniente

   D. Fernando Camino

 

Capitán

   D. Francisco Celleruelo

 

Subteniente

   D. Juan Nosti

 

Capitán

   D. Vicente García Merás

 

Idem.

   D. Eugenio García Poladura

 

Subteniente

   D. José Antonio García. Lo releva D. José Ramón Alfonso

 

Capitán

   D. Francisco Carnero

 

Idem.

   D. Francisco Miranda

 

Subteniente

   D. Leonardo Valledor

10ª

Idem.

   D. Gonzalo de la Vega Cocaña (hermano de José)

 

            En el mes de diciembre, debido a los fracasos e incompetencia militar del general Llano Ponte, la Junta Suprema de Asturias decide relevarle del mando, por lo que designa al mariscal de campo D. Francisco Ballesteros[2] para reorganizar las maltrechas unidades, poniendo a sus órdenes algunos de los regimientos de nueva planta que aún no habían salido a campaña. A tal fin, el general Ballesteros sale para Llanes, a cuya villa llega el 4 de diciembre al frente de 400 hombres del los regimientos de Covadonga y Fernando VII, consiguiendo en pocos días reunir en la villa de Colombres a los dispersos de los cuerpos asturianos, entre los que, naturalmente, se encontraban los efectivos del Batallón de Siero, a los que acantona en dicha localidad.

  

            El 11 de diciembre de 1808 se dispone la salida de su acantonamiento en Pola de Siero con dirección a Infiesto. Este mismo día, al mando del sargento mayor D. Francisco Lorenza, llega a Infiesto. Su fuerza, compuesta por sólo 150 efectivos, sin fusiles ni cananas, queda acuartelada en el punto de Coya.  

 

            El día 13 del mismo mes el Regimiento de Siero recibe la orden del jefe de la 2.ª división, el brigadier D. Cristóbal de Lili, para que los 150 hombres marchen al puerto de Tarna con el fin de establecer que en este punto las defensas más seguras, para cuyo efecto le son facilitados los fusiles necesarios En el momento de la partida se produce una escandalosa deserción; la mayoría de los soldados se retiran a sus casas, dejando desamparado al regimiento con el pretexto de no haber recibido el prest y por la falta de socorros que experimentó todo el batallón. En el punto de partida sólo queda el subteniente de la 7.ª compañía, D. Joaquín García Barredo con 30 soldados de su misma compañía destinados a la conducción de correo y guardia del almacén de pólvora. El 14 de diciembre la Junta Suprema comisiona a D. Victoriano García Sala, sargento mayor del Regimiento de Gijón para que se traslade a Pola de Siero para obtener sumaria información sobre los motivos que indujeron a la provocadora deserción de los soldados del Regimiento de Siero.

 

            En el informe rendido al capitán general del Principado por el sargento mayor D. Francisco Lorenzana, comandante interino del batallón, fechado en Infiesto el 14 de diciembre de 1808, expresa que la fuerza que debería salir para los puertos de Tarna y San Isidro se encontraba sin zapatos, desnuda y casi sin armas, por lo que no podrán resistir al enemigo ni a los rigores de la estación. En este tiempo la fuerza con que contaba el batallón no llegaba a las 400 plazas de fusil. 

 

            En el estado general de todos los cuerpos asturianos, remitido a la Inspección del Ejército por el Capitán General de la provincia y datado en Oviedo el 14 de diciembre de 1808, el Regimiento de Siero presenta una plantilla regimental formada por 2 jefes, 25 oficiales y 585 plazas de fusil. El armamento se hallaba al completo; carecía de vestuario y su estado de instrucción se consideraba mediano.  

 

1809

 

            El 1 de enero de 1809 la Junta Suprema de Asturias ordena poner en arresto a todos los oficiales del Batallón de Siero que hayan manejado caudales y se forme causa contra los mismos. 

 

            Dueño del enemigo de las provincias de Santander, León y Galicia, y expuesto el Principado a ser invadido, la Junta Suprema de Asturias, además de la línea de Colombres, dispone establecer otras dos más: una en Pajares y la otra en el río Eo.

 

            El 9 de febrero de 1809 el mando interino del Batallón de Siero lo ejerce D. Vicente García Merás, capitán de la 4.ª compañía del mismo cuerpo. El día 17 de este mismo mes la compañía del capitán D. Vicente Rodríguez Carvajal, que se hallaba en el puerto de Tarna, estaba formada por 80 hombres. El día 20 el capitán Carvajal es comisionado a la villa de Burón y Pedrosa para que se reúna con las fuerzas que se hallan en la última de las villas citadas.   

 

            Por disposición del capitán general del Principado, el 21 de febrero de 1809 se destaca, al mando de oficiales de confianza, una avanzada de 200 hombres con el objeto de reconocer la villa de Pedrosa. En atención a la falta de oficiales que experimenta el Regimiento de Siero, se da colocación en el mismo al subteniente D. Manuel Calleja, del Regimiento Voluntarios de Navarra.  

 

            El 22 de febrero de 1809 continúa encuadrado en la 2.ª división, ahora mandada por el conde de Villanueva de la Barca, que se halla situada en los puertos de Tarna y Ventaniella. El día 23 de este mismo mes y año se presentan en Infiesto 500 hombres alistados en el concejo de Tineo para el reemplazo del Regimiento de Siero. Días antes habían llegado otros 200.

 

            El 24 de febrero de 1809 tres compañías se hallan en el concejo de Caso, mientras que el resto del cuerpo se encuentra acantonado en las inmediaciones de Infiesto. Este mismo día, en que el Regimiento de Siero recibe el reemplazo de los 500 reclutas de Tineo, pero al serles distribuidas las raciones de pan se resisten a entrar en rancho, insubordinándose sin el más mínimo respeto ni obediencia a nadie, diciendo que “no querían rancho sino la peseta por no poder mantenerse con el poco pan que se les daba”. Al día siguiente vuelven a negarse de nuevo, pero gracias al desvelo y eficacia de su comandante D. Francisco Lorenzana para pacificar los ánimos, se les exigió que tomasen el rancho. Se les obligó hacer el juramento de fidelidad, el cual prestaron con las formalidades que previenen las Reales Ordenanzas, haciéndoles saber que si volvían a reincidir la falta se castigaría con el mayor rigor imponiendo la última pena a sus autores. Se dispone que este reemplazo, en número de 480, se distribuya en los lugares de Coya, Villamayor y Beloncio, con sus oficiales, sargentos y cabos correspondientes, para ser instruidos en las marchas, giros, etc., y evitar así sucesivas sediciones.

 

            El 10 de marzo de 1809 la Junta Suprema promueve a teniente coronel de los Reales Ejércitos y del Regimiento de Siero al capitán del Regimiento de Infantería de Línea de Zamora, D. Antonio Bogiero, a quien se da a reconocer en los libros de orden del expresado cuerpo.

  

            El 15 de marzo de 1809 el batallón sale con todo su reemplazo para el puerto de Tarna.

 

            Por el distinguido mérito contraído por el capitán D. Vicente Rodríguez Carvajal durante el ataque del 14 de marzo de 1809 a Cervera de Pisuerga por el Cuerpo Volante de Porlier, la Junta Suprema de Asturias, con fecha el 18 de marzo de 1809, le concede un escudo de premio y que se le tenga presente para la promoción de empleos. A los subtenientes D. Joaquín García Barredo y D. Manuel Calleja, éste último agregado al Regimiento de Siero, se les concede el grado de teniente. La tropa, asimismo, se había portado con la mayor bizarría. En la acción el Batallón de Siero experimenta la baja de 5 hombres muertos y 10 heridos, encontrándose entre estos últimos el subteniente Barredo. 

 

            El 21 de marzo de 1809 el jefe de la 2.ª división se queda en Bezanes con el resto del Regimiento de Siero que no se había incorporado al Cuerpo Volante de Porlier.

 

            El 24 de marzo de 1809 las compañías del Regimiento de Siero se hallan casi sin hombres.

 

            El 30 de marzo de 1809 la Junta Suprema traslada al capitán general interino del Principado la orden por la que se dispone poner el Regimiento de Siero bajo el pie de dos batallones de a cinco compañías cada uno, es decir, que a partir de ahora queda organizado como regimiento de “Línea”. Al mismo tiempo se ordena que uno de estos batallones, formado con los soldados más disciplinados, se agregue al Cuerpo Volante de Porlier, mientras que el otro queda acantonado en Infiesto y en los destinos que antes ocupaba el único batallón.

 

            El 31 de marzo de 1809 se da cuenta del estado lastimoso en que se encuentra el Regimiento de Siero –que constituye la débil defensa del puerto de Tarna– se halla  compuesto por una masa mínima de soldados bisoños, desnudos y descalzos, con pocas municiones y sin el completo de armamento y cananas.   

 

            El 2 de abril de 1809 el brigadier conde de Villanueva de la Barca, jefe de la 2.ª división, da cuenta al capitán general de haber traslado de la orden de la Junta Suprema al teniente coronel, comandante  interino del Regimiento de Siero, por la que se dispone que, a la mayor brevedad posible, se proceda a dividir la fuerza que compone el expresado regimiento en dos batallones, destinando uno de los batallones resultantes, el mejor organizado y disciplinado, al Cuerpo Franco asturiano que manda Porlier.

 

            El 5 de abril de 1809 la avanzada del Regimiento de Siero que se hallaba mandada por el teniente coronel Bogiero efectúa el repliegue sobre Tarna. El día 6 el capitán graduado de sargento mayor, D. Andrés Marquesta, con dos subalternos y muy pocos soldados, ya que 200 se dispersaron en la retirada, se repliega a Bezanes. 

 

            El 2 de mayo de 1809 el Regimiento de Siero se encontraba en Tarna. El mando del cuerpo lo sigue ostentando el coronel D. Menendo de Llanes Cienfuegos y por ausencia de éste, aparece mandado interinamente por el teniente coronel, comandante del 1.er batallón D. Antonio Bogiero. En este tiempo la 2.ª compañía estaba mandada por el teniente, graduado de capitán, D. Fernando Camino.

           

            El 19 de mayo el Mariscal Ney, después de anular el día anterior la resistencia que ofrecían las exiguas tropas del sector de Grado que defendían el puente de Peñaflor, se dirige con todos sus efectivos hacia la capital del Principado. Ante el inesperado giro de los acontecimientos, el marqués de la Romana cursa orden este mismo día a Ballesteros –al que le confiere amplias facultades– para que abandone la línea de Colombres y que, a marchas forzadas, con todas las fuerzas disponibles se dirija a Oviedo. A tal efecto, el día 21 de mayo el general Ballesteros dispone que el Regimiento de Siero, junto con los restantes cuerpos de su mando, se reagrupe en la capital del concejo de Piloña. Este mismo día Ballesteros se presenta en Infiesto para reorganizar sus fuerzas y, en virtud de la orden anterior, acudir presto a la defensa de la capital.

                                           

            Enterado el enemigo de los planes del general Ballesteros, fuerzas combinadas de los generales Kellerman y Bonet, en su empeño de asestar un golpe resolutivo a los cuerpos asturianos e impedir su reagrupamiento, se ponen en movimiento para caer sobre Infiesto, pero informado Ballesteros de la ocupación de Oviedo y que fuerzas importantes enemigas se le echan encima, decide mover sus unidades y en una resuelta maniobra de distracción se repliega sobre Cangas de Onís y las posiciona justo en la retaguardia enemiga.

 

            El 24 de mayo se combate sobre los Escobios de Margolles, en las inmediaciones del pueblo de Llueves, en cuya acción el enemigo sufre considerables bajas. Tanto por el desarrollo favorable de la acción táctica como por la retirada de la división al Santuario de Covadonga, sostenida por el valeroso Regimiento de Cangas de Onís, se logran salvar todas las tropas e impedimenta. Al éxito de la acción, no cabe duda que también contribuyeron los hombres del Regimiento de Siero. 

 

            El día 25 de mayo el Regimiento de Siero, junto con los demás cuerpos de la división, sale de Covadonga y, a través del puerto de Ventaniella, emprende una arriesgada y agotadora marcha hacia Valdeburón (León) y de aquí, siguiendo el movimiento general, se retira a la villa de Potes con el objeto de descansar y reponerse de las innumerables fatigas padecidas por tan larga travesía. Tras aprovisionarse de algunas municiones de boca y guerra, sale de nuevo hacia Santander

 

            El 26 de mayo de 1809 el general Ballesteros, con la incorporación de fuerzas importantes de caballería e infantería de Porlier, recupera la iniciativa ofensiva; ocupa Cartes y desaloja al enemigo de la importante plaza de Torrelavega, en cuya villa fija el cuartel general divisionario y permanece a la expectativa de los movimientos que pueda efectuar el enemigo, dueño ya de la ciudad de Santander.

 

            Planeada la reconquista de Santander, el día 9 de junio Ballesteros divide a la división en tres columnas de ataque, una de cuyas columnas la forma el 1.er batallón del Regimiento de Siero al mando del teniente coronel D. Antonio Bogiero, poniéndose en movimiento en la noche de este mismo día para desalojar el reducto enemigo de Peñacastillo, que se mantiene bien fortificado y artillado. El ataque a la posición se verifica el día 10, pero es rechazado por la tenaz resistencia que ofrecen sus defensores. El 2.º batallón del Regimiento de Siero, al mando del sargento mayor interino, D. Andrés Marquesta, capitán del Regimiento de Aragón, se hallaba en Puente Solia.    

 

            A las tres de la tarde del mismo día 10 será el propio general Ballesteros quien, al frente de sus hombres, tome la posición fortificada de Peñacastillo y desaloje al enemigo de sus reductos, obligándole a replegarse sobre Santander. Tras dejar una pequeña guarnición en la posición reconquistada, Ballesteros se presenta ante las mismas puertas de Santander y por medio de un audaz golpe de mano los cuerpos de la división recuperan la plaza y toman a la bayoneta las baterías que la defienden.

 

            Rehecho el enemigo de la derrota anterior, regresa con renovado ímpetu; el día 11 recupera la posición de Peñacastillo y hace prisionera a toda la guarnición. En la noche de este mismo y madrugada del siguiente, el general Bonet decide atacar Santander, cuyo ataque por sorpresa provoca la confusión entre las tropas asturianas que ocupaban la plaza, que ceden ante la fuerte presión del enemigo y precipita la desbandada general de todos los cuerpos. En los referidos ataques tuvo la división considerables pérdidas entre muertos, heridos y prisioneros. La retirada, verificada el día 12, es sostenida por el Regimiento de Siero.

 

            Tras la sorprendente derrota y posterior dispersión de los cuerpos asturianos que intervinieron en la campaña de Santander, que oscureció la heroica marcha de 19 días, el General Ballesteros embarca en un buque británico rumbo a Gijón, en cuya villa, por orden expresa del marqués de la Romana, ahora nuevo general en jefe del Ejército de la Izquierda, recibe el encargo de reorganizar sus maltrechas fuerzas al objeto de reincorporarlas al citado ejército.

 

            Mientras ocurrían estas cosas, el Regimiento de Siero recibe la orden de acudir a Santoña para apoyar las operaciones de Porlier. Pasa a Laredo, en donde varios oficiales tratan de inducir a la tropa a desertar. Encontrándose en Espinosa, con el pretexto de salir a un reconocimiento rutinario, 80 tiradores de la compañía de cazadores son separados del cuerpo por el subteniente Domingueli, resultando de este proceder la disminución de la fuerza más selecta. Bajo el auspicio del jefe principal, el teniente coronel Bogiero, el Regimiento de Siero llega a Lillo, en cuyo punto el coronel D. Menendo de Llanes, que había llegado disfrazado, envía a un cabo a seducir a la tropa que había venido reunida, desertando todos con dirección a Asturias inducidos por sus oficiales, los cuales dejan solo al teniente coronel Bogiero y a su tambor de órdenes. Al abanderado D. José Díaz, que se resistía a marchar sin la orden conveniente por no faltar a sus deberes según establece la Ordenanza, le es arrebatada la bandera que había conducido con el esplendor correspondiente a la gloria de las armas hasta las inmediaciones de Asturias. Estaba suficientemente claro que, tanto el coronel Menendo de Llanes como los demás oficiales que componían el Regimiento, con la excepción del teniente coronel Bogiero, comandante del 1.er batallón, lo que pretendían era regresar a Asturias y no continuar las operaciones bajo las órdenes de Porlier.       

 

            En cumplimiento de la orden dada por la Romana, Ballesteros establece el cuartel general en Gijón. El 23 de junio de 1809, con el fin de reagrupar a los dispersos cuerpos de la división a su mando, cursa orden circular a la Justicia, haciendo responsables a los jueces del más exacto cumplimiento, para que disponga inmediatamente que todas las tropas que se hallen en la jurisdicción respectiva concurran a sus destinos. El destino del Regimiento de Siero, según la orden anterior, se había fijado en la capital del concejo del que había tomando el nombre la unidad: la villa de Pola de Siero, en donde queda acantonado a la expectativa de destino.

 

            El Regimiento de Siero, muy mermado por la dispersión de sus efectivos y haber entregado parte de la fuerza disponible a otros cuerpos, es una de las unidades que queda excluida para formar parte de la nueva división que el general Ballesteros estaba pergeñando en el campamento de Contruces (Gijón).

 

            El 20 de julio de 1809 aparece mandado por el sargento mayor D. Francisco González Miranda, ya que el coronel se encontraba ausente desde las acciones de Santander del mes anterior.

 

            El 4 de agosto de 1809 el Regimiento de Siero aparece encuadrado en la división de reserva; el 24 del mismo mes se encuentra en Ribadesella y al día siguiente, en mal estado, en Colombres.

 

            El 1 de septiembre marcha hacia Gijón. 

 

            A finales de octubre de 1809 el 2.º batallón se encontraba en Oviedo al mando del teniente coronel D. Francisco Lorenzana. En este tiempo el mando del regimiento lo sigue ostentando el coronel D. Menendo de Llanes.

 

            El 31 de octubre de 1809 el Regimiento se hallaba distribuido por varios pueblos inmediatos a Infiesto.

 

            En el estado general de todos los Regimientos y Batallones que conforman el Ejército español, fechado en Sevilla el 30 de diciembre de 1809, la plaza de coronel del Regimiento de Siero se hallaba vacante.

 

            Finaliza el año 1809 sin que el Regimiento de Siero vuelva a mostrar signos de actividad alguna ya que, desde el mes de junio de este mismo, en que los franceses abandonaron por completo el Principado, no había ya enemigo a quien batir: Ney regresó a Galica, Kellerman lo hizo a Castilla y Bonet se había retirado a Santander.

 

1810

 

         Como consecuencia del deplorable estado en el que se encontraban los distintos  regimientos y batallones que, tras la salida para Castilla de la nueva división de Ballesteros, habían quedado en el Principado de Asturias, se consideraba inevitable llevar a efecto una profunda reorganización de los cuerpos para reducir el número de los mismos y evitar así el grave perjuicio que suponía mantener a 10 o más regimientos  con sólo 100 hombres cada uno y un excesivo plantel de jefes y oficiales. Con tal objeto, la Junta Superior de Guerra establecida en Luarca, en sesión del 4 de abril de 1810 acuerda llevar a efecto el plan de reforma de los regimientos que conforman la guarnición del Principado (división de Asturias) ordenado por el capitán general D. Antonio Arce, para lo que, inspirándose en la orden anterior, los cuerpos que se han indicado se reúnan bajo los números naturales 1º, 2º, 3º, esto es, sin demostrar preferencia alguna por uno u otro cuerpo y que se prohíba de ahora en adelante cualquier otra denominación que no se ajuste a la señalada para cada cuerpo.

 

         Una vez deliberado sobre la forma de llevar a la práctica la organización del Ejército, se acuerda someter a la Junta Superior el plan de reforma de la división de Asturias. Según este plan, los regimientos de Luarca y Siero reunidos deberían constituir el Regimiento nº 2, teniendo como primer comandante al coronel D. Juan Cañedo, del Regimiento de Luarca; como segundo comandante a D. Francisco Villar y sargento mayor a D. Francisco Argüero.

 

            El 21 de mayo de 1810 se vuelve a tratar sobre la reforma de los regimientos acordada el 4 de abril anterior, pero no se hace al respecto.

 

            Por dictamen de la Junta de 8 de junio de 1810, en su art.º 2.º, se propone declarar nula la reforma del Ejército en todas sus partes, por lo que los cuerpos volverán a ostentar sus antiguas denominaciones. Días más tarde, por acuerdo del 20 de junio, en cuanto al restablecimiento de los cuerpos se refiere, se decide organizar los de Luarca y Salas con el nº 2, al mando del coronel D. Juan Cañedo, del Regimiento de Luarca. Como se verá, el Regimiento de Siero queda “descolgado” de la reforma y su lugar pasa a ocuparlo el de Salas, que anteriormente constituía, con los de Llanes y Gijón, el nº 3.

 

            El brigadier Bárcena, en escrito de 18 de junio de 1810, expone a la Junta Superior de Guerra el extraordinario valor y esfuerzo demostrado por el cabo 1.º del Regimiento de Siero, D. Gerónimo Sastre, durante el tiempo que estuvo al mando de una partida suelta o volante  de dicho cuerpo, de cuyo mando fue injustamente relevado por el capitán del mismo cuerpo, D. Francisco Miranda. Se le recomienda fervorosamente para el grado de oficial. Por acuerdo del día 20 del mismo mes, la Junta le concede la patente de comandante de partida, con el grado de subteniente del Regimiento de Siero bajo la aprobación de S. M., al tiempo que se pasa oficio al capitán Miranda por el desagrado que ha causado a la Junta la conducta observada con tan distinguido patriotra[3].

 

            A finales del mes de agosto de 1810 el Regimiento de Siero, encuadrado en las fuerzas del brigadier Castañón (división de Oriente), se halla acantonado entre el Infiesto y Villaviciosa.

 

            Con el objeto de proteger el desembarco de las fuerzas del general Renovales en Gijón, en la tarde del 15 de octubre de 1810 las 500 plazas de fusil que componían uno de los batallones (se ignora si se trata del 1.º ó el 2.º) del Regimiento de Siero que se encontraba destacado en Sariego, al mando del teniente coronel D. Jacobo Melendreras, salen a ocupar las alturas de Venta de Puga con el cometido de interceptar toda comunicación que el enemigo destacado en Gijón  pudiera hacer con las fuerzas de guarnición en la capital. Tras fracasar la operación de desembarco, el batallón se retira a Cezoso, en el concejo de Nava.

           

            En los primeros días del mes noviembre de 1810 un destacamento de 80 hombres al mando del capitán D. Fernando Miranda, que se hallaba en el punto de El Valle (concejo de Lena), con ánimo de forzar el paso de los puentes de Vega del Ciego y de San Feliz pero que, a pesar de los intentos, no pudo verificarse, por el impetuoso ataque lanzado por fuerzas enemigas superiores, por lo que el capitán Miranda se ve en la precisión de replegarse sobre la villa de Pola de Lena, pero al pasar de nuevo por El Valle, el enemigo vuelve a cargar contra las fuerzas del destacamento, batiéndoles por completo. Puestos en retirada hacia la embocadura de Aller, pero cuando el enemigo se precipitaba a perseguirles, el grueso del Regimiento de Siero, que se encontraba en Aller, salió a reforzarles, lo que obliga al enemigo a replegarse sobre Mieres.

 

            El comandante del destacamento de Nava, D. Francisco Berros, teniente del Regimiento de Siero, da cuenta al Brigadier Castañón el 25 de noviembre de 1810 de que, hallándose con su compañía en el valle de Peón el día 23 del expresado mes y año, observó la presencia de una compañía de granaderos enemigos que conducía dos cargas de municiones y piedras de chispa desde Gijón a Villaviciosa, por lo que dispone interceptarla, enviando una guerrilla al mando de un sargento para distraerlos hasta que llegara el resto de la fuerza. Roto el fuego y viendo el enemigo que las tropas del Regimiento de Siero se le echaban encima, se pone en precipitada retirada, abandonando las municiones y alrededor de 200 piedras de chispa, así como varias prendas de vestuario, un morrión, un fusil con su bayoneta y una cartuchera.

 

            El 26 de noviembre de 1810, fuerzas enemigas del Regimiento nº 122[4], al mando de su coronel, ataca al brigadier Castañón y avanza hasta Moreda, arrollando a sus avanzadas. Situado Castañón en las alturas de Turón y Nembra y habiendo reunido el enemigo sus fuerzas, emprende una acción, cuyos fuegos duraron hasta la noche de este día, reanudándose de nuevo al amanecer del día siguiente en que en enemigo, advirtiendo la imposibilidad de su empresa, decide retirarse a Villoria. Una pequeña columna del Regimiento de Siero que ocupaba el paso de la altura y que, en prevención de cualquier sorpresa, se había situado en la cresta, obliga al enemigo a declinar sobre  la izquierda y marchar en masa por lo alto del cordal que divide los concejos de Aller y Laviana con dirección a Ciaño. En esta acción, el Regimiento de Siero experimenta la baja de un oficial desaparecido. El comandante del Regimiento de Siero, el teniente coronel D. Jacobo Melendreras, es recomendado a S. M. por el singular mérito contraído.

 

            En el año 1810 figura como teniente del Regimiento de Siero, D. Joaquín Tuñón.

 

            Por R. O. de 16 de diciembre de 1810, el Consejo de Regencia resuelve que las tropas españolas se distribuyan en seis ejércitos, por lo que el Ejército de la Izquierda (antiguo de Galicia) pasa a denominarse 6º Ejército, que comprende a Galicia, Asturias, León y la parte de Castilla a la derecha del Duero, con dos subinspecciones: una en Galicia y otra en Asturias. Como consecuencia de la orden anterior, el Regimiento de Siero, cuya disolución ya se contemplaba, no se le nombra ni aparece relacionado en los distintos estados de fuerza del 6.º Ejército.

 

 1811

 

         El 25 de enero de 1811 el comandante del Regimiento de Siero, D. Francisco Celleruelo atacó a los enemigos en Villaviciosa, encerrándoles en el convento de San Francisco, causándoles numerosas bajas entre muertos y heridos. Entre los primeros se contaron 21, entre ellos 3 oficiales, un sargento 1.º y un tambor, mientras que de los segundos fueron 58 los soldados heridos. El Regimiento de Siero sufrió la baja de cuatro muertos, seis heridos y tres prisioneros.

 

         Después de varios meses de aplazamientos, no exentos de dificultad, el 28 de febrero de 1811 se decide acometer la tan ansiada reforma de los cuerpos asturianos (es el tercero y definitivo intento que se hace desde 1809).

 

            Por fin, el 11 de abril de 1811 con la disolución de todas aquellas unidades que no se hallaban en condiciones de operatividad, se acomete la tan ansiada reorganización. Se disuelven 13 regimientos, cuyos exiguos efectivos se refunden días más tarde en tres cuerpos de nueva planta que retoman el antiguo nombre de “ASTURIAS”. Tres oficiales del Regimiento de Siero se integran en el recién constituido Regimiento “2º de Asturias” y más tarde, en el mes de junio de este mismo año, ingresa la tropa (605 efectivos) del extinguido Regimiento de Siero.

 

 

 

 

 

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LA BANDERA DEL REGIMIENTO

 

            Cuando se formó el Regimiento, naturalmente tuvo su propia bandera pero, desgraciadamente, no nos ha llegado noticia sobre sus características, etc. Se sabe, sin embargo, que su primer abanderado fue el cadete o subteniente D. Fernando García.

 

            Con motivo de la deserción de todos los miembros, incluidos jefes y oficiales,   del Regimiento de Siero, ocurrida en Lillo (León) en junio de 1809, y posterior salida de éstos con dirección a Asturias, al abanderado D. José Díaz, que se resistía a marchar con ellos por no contravenir a sus deberes según establece la Ordenanza, le es arrebatada la bandera para conducirla también a Asturias.

 

            Tras la disolución del Regimiento de Siero, se ignora el destino o el lugar en donde se hizo el depósito de la enseña.

 

Uniformes

 

            La uniformidad, propiamente dicha, observada por el Regimiento de Siero al principio del levantamiento contra el invasor ha discurrido paralela a la de los demás regimientos asturianos que se crearon anterior o posteriormente a él.

 

            Al poco tiempo de formarse el Regimiento de Siero a sus componentes les fueron suministradas diversas prendas de vestuario confeccionadas por artesanos del Principado, cuyo uniforme básicamente se componía de casaca o chaqueta corta de paño   pardo[5], con cuello, vueltas y otros apliques de color encarnado (o verde si se trataba de tropas ligeras como era el caso del Regimiento de Siero); un pantalón de lienzo crudo; una chaqueta corta de marcha o fatiga de lino o lienzo cruzo, posiblemente con cuello y vueltas también de color grana o verde. Como prendas de cabeza, parece ser que usaban el gorro de manga o de cuartel, o bien el sombrero redondo, de los fabricados en el Real Hospicio de Oviedo o de los procedentes de la ayuda británica llegada a Oviedo meses antes. La mayoría de los pertrechos que conformaban el equipo del soldado eran también de origen británico, recibidos en Oviedo en julio de 1808, justo a tiempo para equipar a los regimientos que por esas fechas se estaban organizando en Oviedo.

 

            Para hacernos una idea aproximada del uniforme antes esbozado, se ofrecen las imágenes de dos figuras de plomo de soldados de milicias provinciales españolas realizadas por miniaturistas británicos, cuya indumentaria, precisamente, presenta idéntica factura a los uniformes que vistieron los soldados asturianos en 1808.

 

            En febrero de 1809 los componentes del Regimiento de Siero, aunque no existe constancia documental alguna que lo pruebe, es posible que por su pertenencia a la guarnición de Asturias se haya beneficiado con prendas de  vestuario de procedencia británica. Dicho uniforme, en esencia, se componía de casaca roja, chaleco blanco, pantalón de lienzo y chacó del tipo ‘stovepipe’ (tubo de chimenea) o, en su defecto, gorro de cuartel. La provisión de estas prendas a los cuerpos se había efectuado mediante sorteo hecho por la propia Inspección del Ejército en Asturias, medida ésta considerada injusta, ya que hubo regimientos, tal es el caso del de Pravia, que fueron vestidos dos veces, mientras que otros, como el de Cangas de Tineo, que no fue resultó favorecido con el sorteo, lo que dio lugar a motivos de queja por el agravio comparativo que tal medida suponía.

 

 

UNIFORME INFANTERÍA LIGERA

 

 

Casaca y pantalón pardo; cuello y vueltas verdes

 

Recompensas

 

            El Regimiento de Siero, al tratarse de un cuerpo ceñido exclusivamente a la defensa y guarnición del Principado de Asturias, fueron escasas las recompensas que recibieron sus componentes. Entre éstas, destacan:

 

Escudo de Distinción al Valor en Asturias

 

            Para enaltecer el valor de los cuerpos asturianos destacados en la línea de Colombres, la Junta Suprema de Asturias comisiona a D. Juan María de Mier para visitar el cuartel general divisionario y hacer extensivas a su general en jefe, jefes, oficiales y tropa las gracias de Su Alteza Serenísima (nombre otorgado a la Junta) por los distinguidos servicios prestados a la Patria. A tal fin, el 20 de mayo el representante de la Junta es recibido en el cuartel general con los honores de Ordenanza y acto seguido, tras pasar revista a las tropas, que formadas en orden de parada y con su general al frente, promete hacerles llegar la recompensa a la que se han hecho acreedores por su valor, constancia y patriotismo[6].

 

            Como consecuencia de lo anterior, la Junta Suprema de Asturias para premiar el arrojo de las tropas que, bajo el mando del Mariscal de Campo D. Francisco Ballesteros, constituyeron el dispositivo defensivo de Colombres durante el ataque general efectuado el 15 de enero de 1809 contra el citado dispositivo por fuerzas enemigas superiores, establece, con carácter colectivo, un escudo de distinción denominado “Al Valor en Asturias”, cuya concesión se hace extensiva a las tropas que intervinieron en las importantes acciones desarrolladas en el mismo escenario bélico durante los ataques de los días 18 de febrero y 29 de abril de 1809, así como a las tropas que defendieron el estratégico e importante paso de Peñaflor durante la acción del 18 de mayo de 1809.

 

            Aunque el Regimiento de Siero no estaba comprendido dentro de los cuerpos que constituyeron el dispositivo defensivo de Colombres durante los ataques del 15 de enero, 18 de febrero y 29 de abril, ni tampoco formaba parte de las tropas que defendieron el puente de Peñaflor el 18 de mayo del mismo año, no cabe duda que su uso también tuvo que hacerse extensivo a los valerosos componentes del Regimiento de Siero.

 

            Dicho escudo, para llevar bordado en la manga izquierda de la casaca o prenda equivalente, consiste en una pieza circular de paño o lino blanco, de 60 mm. de diámetro, en cuyo centro se inscribe el lema: “VALOR / ACREDITA / DO EN / ASTUR  /  IAS”, en letras rojas, rodeado por ramos de laurel y palma en color verde.[7]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escudo de Distinción por la acción de Cervera de Pisuerga

 

            Por el distinguido mérito contraído por el capitán D. Vicente Rodríguez Carvajal, del Regimiento de Siero, durante la acción llevada a cabo por el Cuerpo Volante de Porlier el 14 de marzo de 1809 en Cervera de Pisuerga, la Junta Suprema con fecha 18 del mismo mes y año le concede un escudo de premio. Se ignoran más detalles o cualquier otra circunstancia acerca de este escudo de distinción, aunque se tiene constancia, por una comunicación remitida al capitán general del Principado por el jefe de la 2.ª división, el conde de Villanueva de la Barca, fechada en Bezanes el 1.º de marzo de 1809, que la Junta de Asturias había decretado para los componentes del ejército asturiano que se distinguieran en acciones de guerra un “Escudo de honor y premio”. Sin  más detalles.

 

Cruz del Sexto Ejército o de la Izquierda

 

            Es como la de Albuera; lleva la palabra “Izquierda” en la orla y en el centro el escudo de Galicia, un copón de oro sobre campo azul sembrado de cruces. La cinta es encarnada con filetes amarillos anchos. Fue creada el 14 de mayo de 1815 para premiar el celo, valor y denuedo del Ejército de Galicia, posteriormente llamado de la Izquierda. Por Real Orden de 25 de junio siguiente se permitió a los naturales de Asturias que tuviesen derecho a esta cruz que pusiesen en ella las armas del Principado en lugar de las de Galicia.

 

            Por cédula de 10 de junio de 1815 expedida por el Teniente General Ballesteros y dirigida al Capitán General D. Joaquín Blake, se aclara que la Cruz instituida por R. O. de 14 de mayo del mismo año, se concede, además, por “su valor y disciplina en las sangrientas acciones que en la última guerra tuvieron en Rioseco, Sornosa [Zornoza],Guenes [Güeñes] y Espinosa”.

 

 

 

 

Cruz de Distinción del Ejército Asturiano

 

            Creada por Real Orden de 4 de junio de 1815 para premiar “el entusiasmo, valor y bizarría con que se condujo el egército asturiano en el tiempo en que circundada de enemigos aquella Provincia, y sin auxilios del Supremo Gobierno, fue acometida por los que estaban en Galicia, Castilla y Montañas de Santander, mandados por el Mariscal Ney y por los Generales Kellerman y Bonet; habiéndose sostenido á pesar de su corto número cerca de un año con escarmiento de los mismos enemigos,,… á quienes en varios y repetidos encuentros batió y rechazó con mucha gloria de las Reales armas y honor de sus naturales”.

 

            La cruz se compone de cuatro aspas esmaltadas en blanco y en cada una de ellas un triángulo isósceles color amaranto, las cuales caen sobre un escudo circular, en cuyo centro lleva una cruz de plata en campo azul, con el lema en el exergo “Asturias nunca vencida”, y al dorso “Exército Asturiano 1808”. Una corona compuesta por mitad de laurel y encina la une a una cinta mitad amaranto [rojo] y mitad caña subido [amarillo pajizo].

 



[1] Cargo en el que permanece hasta el 23 de diciembre de 1808 en que, por disposición del Mando, pasa destinado al Regimiento de Castropol para ejercer igual cometido.

[2] Tras la muerte del General Acevedo, acaecida tras la batalla de Espinosa de los Monteros, fue nombrado Comandante General del Ejército asturiano, cuyo cargo desempeñó desde el 1º de diciembre de 1808 hasta junio de 1809 en que dicho ejército pasó a constituir la 3ª división del Ejército de la Izquierda.

[3] AHA. Actas de la Junta de Guerra, libro 127.

[4] Este regimiento, formado por 1.700 plazas, guarnecía la carretera de Oviedo a León, con destacamentos en El Padrún, Olloniego, Pola de Lena, Campomanes, Puente de los Fierros y Pajares. Su estado Mayor radicaba en Mieres. Cubría, además, el camino real de Langreo a Oviedo, con un fuerte destacamento en La Grandota.

[5] El paño pardo o buriel era el color oscuro de la lana en su estado natural.

[6] Gazeta de Oviedo, nº 32, de 5 de abril de 1809.

[7] Este mismo Escudo de Distinción puede bordarse sobre paño del color de la divisa del uniforme (grana, azul u otro color), puesto que este tipo de premios militares, al no estar sujetos a normas predeterminadas en cuanto a forma de bordados y colores se refiere, admiten todas las variantes posibles. En el supuesto de que el conjunto se borde o vaya bordado sobre paño grana, las letras y cordoncillo exterior deben ser de hilo de oro o plata (oficiales) y de estambre amarillo o blanco (tropa). En el caso que nos ocupa, se ha elegido como ejemplo ilustrativo una pieza de seda o lino blanco (color de los cabos y botones del uniforme del Cuerpo), cuyo ejemplar puede contemplarse en el primoroso retrato de un Teniente Coronel de las Reales Guardias Españolas, que luce la condecoración en la manga izquierda de la casaca. La otra insignia, de paño rojo, se trata de  una reconstrucción inspirada en el modelo anterior.